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  • Foto del escritorDakila News

El asombroso mundo de los tardígrados: pequeño, pero casi indestructible

El tardígrado, también conocido como "oso de agua", es uno de los organismos más resistentes del planeta. Microscópico, con una longitud de alrededor de 1 milímetro, este invertebrado tiene ocho patas y un cuerpo segmentado, presentando una impresionante capacidad para sobrevivir en condiciones extremas que van mucho más allá de las que soportan otros organismos terrestres.



Perteneciente al filo Tardigrada, este animal multicelular no se limita a un hábitat específico. Se encuentra en ecosistemas que van desde los bosques tropicales hasta el fondo de los océanos, así como en entornos urbanos. A pesar de su apariencia simple, el tardígrado tiene una fisiología altamente especializada que le confiere una sólida capacidad de adaptación.


Resistencia en ambientes extremos


Los estudios indican que los tardígrados son capaces de soportar temperaturas entre −272 °C (cercanas al cero absoluto) y 150 °C, además de sobrevivir en condiciones de alta radiación, presiones superiores a las del fondo del océano e incluso en el vacío del espacio. En un experimento icónico de 2007, los científicos enviaron 120 tardígrados al espacio, donde sobrevivieron al vacío y a la radiación solar durante 10 días. El estudio demostró que son los únicos animales que se sabe que resisten el ambiente espacial, sin necesitar oxígeno ni protección térmica.


La principal adaptación que confiere esta resistencia es la capacidad de los tardígrados de entrar en un estado de criptobiosis, más concretamente, en una forma llamada tun. En este estado, el metabolismo del animal prácticamente cesa, lo que le permite tolerar la deshidratación y otras condiciones adversas. Durante la criptobiosis, los tardígrados pierden casi toda el agua de su cuerpo y sintetizan proteínas y azúcares específicos como la trehalosa, que protegen sus células y estructuras vitales.



Mecanismo de supervivencia molecular


Una investigación reciente dirigida por Derrick R. J. Kolling de la Universidad Marshall y Leslie M. Hicks de la Universidad de Carolina del Norte ha proporcionado nueva evidencia sobre los mecanismos moleculares responsables de esta resiliencia. El estudio, publicado en la revista PLOS ONE, reveló que la oxidación de un aminoácido clave, la cisteína, desempeña un papel central en la activación del estado de latencia.


Durante condiciones de estrés extremo, como altas temperaturas o radiación, los tardígrados producen radicales libres, compuestos altamente reactivos que normalmente causarían daños graves al ADN y las proteínas de un organismo. Sin embargo, estos radicales libres oxidan las cisteínas de las proteínas tardígradas, alterando sus funciones e iniciando el proceso de criptobiosis.


Este mecanismo actúa como un interruptor biológico, ordenando al organismo que suspenda sus actividades metabólicas hasta que el entorno vuelva a las condiciones adecuadas para la supervivencia. Cuando las cisteínas vuelven a su estado no oxidado, el animal "despertad" de su estado latente y retoma sus funciones normales.


En experimentos, al bloquear la oxidación de las cisteínas, los tardígrados perdieron la capacidad de entrar en criptobiosis, volviéndose vulnerables a las condiciones ambientales.


Relevancia científica


El estudio de los tardígrados va más allá de comprender su fascinante biología. Comprender cómo estos animales logran mitigar el daño celular causado por los radicales libres ofrece perspectivas relevantes para la biomedicina, especialmente en lo que respecta al proceso de envejecimiento y las lesiones oxidativas provocadas por el estrés ambiental. Además, el impacto de los viajes espaciales en los organismos, que implican una exposición prolongada a la radiación cósmica, se puede estudiar a partir de las adaptaciones de estos organismos.



La investigación sobre los tardígrados también tiene potencial para aplicaciones prácticas en la conservación de órganos para trasplantes, criopreservación y desarrollo de tecnologías de protección radiológica. A largo plazo, el conocimiento acumulado sobre estos animales puede contribuir significativamente a los avances en biotecnología y salud humana.


Referencias:



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